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River perdió con Cruzeiro en el Monumental

Esa maldición deportiva que para River significa Cruzeiro -los brasileños se impusieron en diez de los 13 enfrentamientos- sumó anoche un nuevo capítulo. Porque el equipo de Gallardo, durante varios segmentos, lució como enredado y estresado por esa clasificación convulsionada frente al rival de toda la vida hace una semana. El equipo de Belo Horizonte lo aprovechó y sacó una ventaja importante con vistas a la revancha. Para el desquite, River no sólo necesitará ganar sino que también tendrá que recuperar el fútbol que anoche le faltó.

¿Sorprendió Cruzeiro en el primer cuarto de hora o River continuaba con la cabeza metida en el escándalo y la vergüenza de la semana pasada en la Bombonera? Sea lo que fuere, el conjunto brasileño realizó de entrada una tarea que los conducidos por Gallardo no esperaban: presión en la zona del círculo central, con los mediocampistas externos del esquema 4-2-3-1 (Marquinhos y Willian Farias) jugando mano a mano contra Vangioni y Mammana, respectivamente, y con el grandote Leandro Damiao metido de cuña entre Maidana y Funes Mori.

Le costó un rato a River -más un par de sustos- cortar esa presión. Después de zozobrar con una llegada clara de Manoel y alguna aproximación del uruguayo De Arrascaeta, recién apareció en escena la dupla clave para atravesar exitosamente la serie con Boca: la capacidad para recuperar balones de Kranevitter y la vitalidad más el despliegue de Ponzio para que la presión cambiara de lado. Por eso el escenario del partido mostró una variante evidente, ya que el local pasó de dominado a dominador.

Una llegada de Teo Gutiérrez que fue resuelta por la oportuna barrida del siempre atento Fábio funcionó como bisagra para que los visitantes perdieran presencia y comenzaran a pensar, y también a acomodarse, en el tradicional negocio del empate, que pensando en el desquite siempre se toma como altamente positivo. Y si es sin goles, mucho mejor. El problema riverplatense, sin solución en la primera mitad, fue que este equipo parece preparado todo el tiempo para combatir contra Boca. La falta de elaboración de juego, donde el Pity Martínez insinúa seguido más de lo que concreta, más Teo posicionado lejos del área y con Mora jugando en infeioridad numérica por su sector, el equipo de Gallardo no tiene casi nada que ver con aquel que no sólo fue campeón en la Copa Sudamericana sino que también satisfizo a la mayoría de los paladares.

Entre su fastidio indimulable y el murmullo que de a poco iba copando el Monumental, Gallardo disparó dos cambios para que la estructura por él diseñada recuperara creatividad, profundidad y volumen de juego. Por eso, apostó a Mayada y Pisculichi cuando el arco de Fábio lucía lejísimo. Y después de que Vangioni realizara una salvada sensacional en la línea, digna de festejarse como un tanto porque eso fue lo que evitó ante el zurdazo de Willian Farías, el DT echó mano a Cavenaghi, gastándose el último billete en pos de un gol imprescindible.Sin embargo, Marquinhos tenía reservado para sí el protagonismo en un lapso que podría tener enorme gravitación para el resultado final. Después de que Mammana cabeceara sin destino una pelota aérea, la continuidad de la jugada encontró al mediocampista de frente al arco para que mandara a la red el último hilo de esperanza riverplatense. Cruzeiro, que vino por un punto, se llevó los tres. Y River quedó en zona de proeza.

(VIDEO. El partido de Teo Gutiérrez frente a Cruzeiro en el Monumental)