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Fue un buen trago, con sabor a revancha el que se tomó ayer Gimnasia y Tiro al vencer a Juventud -por la mínima- y desquitarse del último encuentro entre ambos por el Argentino A, y además lo dejó sin chances en el Triangular de Verano. No fue un gran partido, pero al albo le alcanzó con esa dosis de confianza y de actitud que mostró el equipo, más la jerarquía del Bocha Rodríguez, para quedarse con el clásico salteño.
Ambos jugaron un primer tiempo deslucido y ninguno de los dos arriesgó demasiado, aunque la más clara de la primera etapa la tuvo Marcos Litre, quien a los cuatro minutos quedó solo frente a Martín Perelman pero increíblemente su remate se fue ancho y desviado. Tanto Juventud como Gimnasia, se dedicaron a repartirse la pelota pero sin generar situaciones de peligro.
En el complemento la historia fue totalmente diferente, los equipos se soltaron más y se animaron a ser protagonistas, pero, de a poco, el albo fue inclinando la cancha y se hizo dueño absoluto de la pelota, arrinconando al santo, que se desdibujó por la falta de conducción de su enganche, Matías Ceballos. Pasando los quince minutos del complemento, Leandro Zárate estuvo cerca de abrir el marcador pero Hernán Fernández llegó justo para enviar la pelota al córner. Y justamente en ese tiro de esquina, Héctor López, quien se hizo cargo de ejecutarlo, habilitó a Federico Rodríguez, quien con un soberbio cabezazo puso el 1 a 0 para el delirio de los hinchas millonarios.
Lejos de conformarse, Gimnasia se agrandó, fue en busca del segundo y casi lo liquida con un testazo de Conrado Besel que se estrelló en al palo izquierdo de Viola. Sin ideas, Juventud fue pura impotencia y no le encontró nunca la vuelta al partido. No hubo tiempo para más. Merecido triunfo del equipo de Ragusa, que se sacó la mufa y pudo festejar en un clásico, aunque sea de verano.
