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Anécdotas de Carlos Bianchi

SORPRESA Y MEDIA EN UN CLÁSICO CON RIVER. Unas horas después del último triunfo de Boca sobre River, Bianchi iba en su auto, junto a su familia, por la avenida 9 de Julio rumbo a un restaurante. Frenado por un semáforo, ve que en el coche estacionado al lado iba una familia con camisetas y banderas de Boca. Bianchi se conmovió con la felicidad de sus ocasionales vecinos y bajando su ventanilla de vidrio polarizado, le comentó al otro chofer: «están contentos, eh…». El hombre primero abrió los ojos grandísimos, no podía creerlo. Y terminó bajándose del auto para agradecerle a Bianchi por la alegría del triunfo en el superclásico.

UN CURA GOLPEADO PERO NO RENCOROSO. «Dejé el colegio porque me echaron. Era muy revoltoso. Tenía 24 amonestaciones y un día un compañero me tiró una tiza. Yo le tiré un borrador. El pibe se agachó y le pegué al cura. Me puso dos amonestaciones más. Cuando mi madre fue a hablar, el cura le dijo: su hijo es bueno, pero tiene una pelota de fútbol en la cabeza. Y lo que son las vueltas de la vida. Cuando jugué el último partido en la Argentina, me terminé de bañar y allí estaba el cura, en el vestuario. Y cuando me fui a Italia, terminaba de rezar en una iglesia y, al darme vuelta, estaba el cura de nuevo. Te vengo a saludar, me dijo». Lo contó el propio Carlos.

BIANCHI Y CRUZ AZUL. Casi treinta años antes de haberlo derrotado en la final de la Libertadores, Bianchi pudo haber entrado en la historia del Cruz Azul. A fines de 1971, los mexicanos llegaron con un montón de dinero decididos a llevarse al delantero. Estaba todo acordado, pero a último momento la AFA sacó un decreto prohibiendo a jugadores jóvenes de la Selección marcharse al exterior. De todos modos, los directivos del Cruz Azul, seducidos por la personalidad de Bianchi, le hicieron un buen regalo: la luna de miel en Acapulco, ya que Carlos acababa de casarse con el amor de su vida, María Margarita Pilla. Y en México se puso por un ratito, en un amistoso, la camiseta del Cruz Azul. Ah, y metió un gol.

¿QUIEN LO CONOCE AL ABUELO? Louis Alexandre y Paul Nicolás son los nietos franceses del Virrey. Y a mediados del año pasado, cuando Boca ganó su primera Libertadores de la era Bianchi, los pequeños no se cansaban de gritar: «Que de la mano/ de Carlos Bianchi/ todos la vuelta vamos a dar». Pero cuando el abuelo le preguntó al más chico: «¿Quién es Carlos Bianchi?», la respuesta fue «No sé…» Ellos siempre lo llaman nonó.

¿AMARRETE YO? Circula una versión que dice que de cada diez cafés que invita a tomar Bianchi, once los paga el invitado. ¿Será para tanto? Una frase suya permite sacar conclusiones: «desde mi casa a la cancha de Vélez tenía cuarenta y cinco semáforos, hasta la Villa Olímpica tenía dos peajes».

EL TANGO ARGENTINO. Durante su paso por el fútbol francés, se reencontró su gran amigo Osvaldo Piazza. Ambos eran grandes figuras. Y cuando se enfrentaban el Nantes o el Reims de Bianchi y el Saint Ettiene de Piazza, la competencia entre el delantero y el marcador central eran tremendos. La prensa francesa la bautizaba el duelo del tango.

ESCONDIENDO LOS NERVIOS. Hace unos años, su hija Brenda debutó en radio (FM Supernova) en Hijas de…, junto a Roxana Barone y Daniela Castello. Papá Carlos estuvo ese día y Brenda le recriminó: «estoy dolida, no te veo nervioso para nada». Finalizado el programa, Bianchi se sinceró: «¿Qué no estaba nervioso? No sabés como temblaba. Pero… ¿qué querés? ¿cómo le voy a decir a mis jugadores que estoy nervioso antes de empezar un partido?».

UN GOLEADOR PRECOZ. A los 10 años, Carlitos se destacaba en Ciclón de Jonte, en baby fútbol. En el último partido del torneo, que era televisado por el viejo Canal 7, su equipo tenía que ganar por una diferencia de seis goles para salir campeón. Y el rival había recibido apenas un gol en contra en todo el certamen. Parecía imposible, sin embargo el partido terminó 11 a 1 favorable a Ciclón de Jonte y los once goles lo metió… Bianchi. Juan Carlos Rousselot, relator televisivo, dijo: «seguramente será uno de los grandes goleadores de Argentina y del mundo en el futuro».

LA NOCHE QUE ESTUVO PRESO. En agosto de 1983, Huracán, puntero e invicto, visita a Vélez. El partido era muy caliente y Bianchi era el objeto de la furia de la tribuna de Huracán. Le tiraron piedrazos y lo insultaron permanentemente. Faltando nueve minutos, un cabezazo de Bianchi quebró el 0 a 0 y el goleador salió a gritárselo a la hinchada de Huracán, con gestos incluidos. Por un denuncia fue detenido al finalizar el partido y recién a la madrugada del día siguiente recuperó su libertad.

EL CONFLICTO CON EL BETO ALONSO. «Jugando con un poco menos de egoísmo, hubiéramos hecho más goles», disparó Bianchi, tras un triunfo ante River en 1982, refiriéndose a su compañero Norberto Alonso. El Beto respondió unos días después: «los dos juntos no podemos jugar. Es Bianchi o yo». Cuando se esperaba un choque —inclusive hubo rumores nunca confirmados de una piña de Bianchi al Beto—, ambos se encerraron a hablar. Nunca se supo que se dijeron, pero lo cierto es el conflicto quedó solucionado definitivamente.

CARTELITOS POR TODO VELEZ. Luego de cada conquista importante obtenida en Vélez, Bianchi escribía de puño y letra la frase Provagar (en lunfardo: proseguir el camino iniciado), hacía cientos de fotocopias y las mandaba pegar en todas las paredes del club y estadio. Y hacía hincapié en que no había que aburguesarse.

UN GESTO DE CORAZON. A fines del 84, Bianchi retornó a Francia. Y al despedirse de los porteros, un matrimonio mayor, del edificio que habitaba en avenida de los Incas se enteró que los habían despedido y que pensaban irse a vivir a un hogar de ancianos. «De ninguna manera. Se quedan en mi departamento. Y ni se les ocurra pagarme alquiler». Cuando volvió al país, en 1993, los ancianos quisieron desalojar su hogar. Pero otra vez, Bianchi se negó: «voy a comprar otro departamento como inversión, mientras tanto ustedes quédense donde están». Los ex porteros fallecieron en el 96, casualmente ambos el mismo día a causa de sendos paros cardíacos. Hasta ese último día, vivieron en la casa que les prestó el Virrey.

TODO O NADA. En mayo del 98, Mauricio Macri y Carlos Bianchi ultimaban los detalles para el desembarco del DT en la Boca. El tema de los premios venía complicado, hasta que Bianchi tiró una propuesta: «si salimos campeones me paga 600.000 dólares. Sino no cobraré nada». El presidente aceptó, seis meses más tarde tuvo que pagar. Claro, eran otros tiempos lejanos a 2013-2014.

FESTEJOS INTIMOS. Cada título obtenido, Bianchi lo festeja en la intimidad de su casa o de sus familiares más cercanos. Incluida la familia Godoy, sede de los famosos asados de los jueves. Néstor Godoy es íntimo amigo de Bianchi, desde la infancia, y asegura que «si alguien cumple los siete mandamientos, ese es Carlos. Es una persona pura, muy apegada a sus afectos, incapaz de hacer algo que no esté en el ideal de la conducta humana. Y no lo digo porque sea su amigo, sino porque es la estricta verdad».